Ajetes en conserva

Lo primero aclarar que no conozco ninguna receta para hacer esto y que es la primera vez que lo hago, pero el resultado, al menos a la vista, es bastante satisfactorio. Ya veremos en el momento de consumirlo, quizá sea una sorpresa.

Después de esta aclaración entremos en materia.

Si has visto los ingredientes de los tarros o los botes de espárragos, alcachofas y otras hortalizas, son: la hortaliza de que se trate, agua, sal y acidulante (generalmente ácido cítrico, el de los limones); pues esos son los ingrediente que he usado, nada más.

Ajetes frescos y lavados

Ajetes listos para cortar

 Lo primero tener ajetes, lavarlos (pues siempre tienen polvo), cortarlos en trocitos (yo los he cortado como de 2 a 3 cm de largo), tener cuidado de que no te entren trozos duros (la parte de abajo es la tierna y el cuchillo de cortar te dirá cuando empieza lo duro, cuando te cueste más esfuerzo cortarlos).

Tarros llenos de ajetes

Tarros al baño María

Para cortarlos conviene colocarlos como se ve en la foto. Donde luego echarán la flor tienen una cerco rojizo; pon, con todos los de cada corte, el cerco ese junto porque de ahí hacia abajo es la parte más dura, empieza a cortar por abajo del todo hasta que llegues a la parte dura y esa parte dura la puedes desechar.

Una vez cortados los metes en tarros y para saber cuanto líquido (agua con sal y zumo de limón) necesitarás, mídelo antes llenando los tarros con agua y vaciándolos, tomando nota de cuanto líquido va a caber en el total de los tarros que tengas.

Resultado final

Luego calienta una cantidad de agua un poquito mayor y le echas sal al gusto y zumo de limón, también al gusto. Yo he echado el zumo de un limón y medio, pero eran los dos pequeños, para medio litro de agua.

Cuando esté el agua un poco templada lo separas del fuego, le añades el zumo de limón lo revuelves un poco para que se mezcle y llenas los tarros con ese líquido, a continuación cierras bien los tarros y los hierves al baño María un rato. Yo los suelo hervir de 15 a 20 minutos (desde el momento en que comienzan a hervir) para que no queden muy recocidos. 

Y suerte y que salga bien.