miércoles, 7 de mayo de 2014

Por fin, los pimientos

Esta mañana he madrugado un  poquito más que otros días para ir a comprar las plantas de los pimientos para mi "plantación". He querido ir pronto porque en el puesto donde las suelo comprar enseguida se hacen unas colas como en las oficinas de empleo. Supongo que será porque, además de tener buenas plantas siempre da lo que se le pide, cosa que no sucede siempre en otros puestos.
En una ocasión pedí guindillas de esas que son más bien pequeñas, de las que llaman gildas, para encurtir en vinagre y me salieron unos pimientos picantes de unos 30 cm o más de largos.  Acaso eran guindillas de Bilbao. 
En otra ocasión pedí repollos de verano y me salieron coliflores. Se hicieron muy buenas, lo reconozco, pero no era lo que yo había pedido.
Bueno, el caso es que me he pasado la mañana con la plantación de pimientos y el montaje del invernadero. 
En las fotos, las fases de la faena.
En la primera, los surcos preparados desde hace unos días y el comienzo de la "plantá", como dicen los valencianos.
En la segunda todas las plantas en su sitio, incluidas las de mi semillero y el armazón del invernadero ya montado.
Y en la tercera ya con el plástico, que habrá que quitar y desmontar todo el tinglado dentro de un mes más o menos.
He plantado unas cuantas variedades de pimientos que, aunque ahora parecen todo iguales, cuando den fruto ya se distinguiran.
Hay pimientos que el vendedor llama "del pico de Frías" (Frías es el pueblo del vendedor, de Padrón dulce (los picantes ya los he probado y a los que se dan en esta tierra no hay quien les hinque el diente), Lamuyo, dulce italiano, cristal (para secar), gildas (las guindillas mencionadas arriba),  y otras cuatro variedades más que tenía yo en el semillero y de los que no sé si tienen nombre. 

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